domingo, 22 de junio de 2014

domingo, 8 de junio de 2014

CONTINUACION SOBRE ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO SÍMBOLO DE LOS CRISTIANOS



CONTINUACION SOBRE EL ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO SIMBOLO DE LOS CRISTIANOS




Figuras 15 A, 15B y 15C


Como podemos apreciar, las representaciones artísticas nos ofrecían a un Cristo glorioso, vestido con larga túnica y corona real. Era también frecuente la imagen del Buen Pastor.

El pez
En el momento en que comenzó la feroz persecución contra los cristianos, estos tuvieron que recurrir a símbolos que solo entendían ellos, pero que  poseían un significado cristiano.

Figura 16 
Así la palabra pez en griego se decía IKHTHYS -escrito en caracteres latinos; los caracteres griegos se pueden ver en la imagen- Estas letras griegas solían ir escritas en las escamas del pez de una forma bastante disimulada. Pues bien, las iniciales de cada letra representaban la siguiente frase: “Iesous Christos Theou Yios Soter” que en español significa “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”
El ancla
El áncora o ancla del barco, tal vez recordando que sus primeros discípulos eran pescadores, fue otro de los símbolos secretos utilizados por los primitivos cristianos, donde explicaban el misterio de la Santísima Trinidad.



Figura 17


El círculo superior representa a Dios Padre. Los brazos de la cruz a Jesús y las dos palomas, al Espíritu Santo.

 Alfa y Omega
Son los caracteres de la primera y última letra del alfabeto griego:


Figura 18

Con estos caracteres los cristianos querían expresar que Jesús es el principio y el fin de todo. Es decir, que Cristo existió desde el principio de los tiempos y que por siempre existirá.

 El cordero

Aparte de la imagen de Jesús con un cordero sobre las espaldas y que representa al Buen Pastor, era frecuente la imagen  de un corderito.

Figura 19

Este  animal nos evoca bondad, obediencia, humildad y entrega,  al igual que Jesús aceptó la muerte en la Cruz. En palabras del profeta:”… como cordero que es llevado al matadero”


  La concha del peregrino
Se solía utilizar la concha de vieira.

Figura 20

Representa el símbolo del Bautismo y el reconocimiento de ser discípulo de Cristo y miembro de su iglesia.
Palmas y ramos
Representan la victoria y el martirio de los cristianos que dieron su vida como testigos de Jesús.

Figura 21

La palmas y ramos que se utilizan en la procesión del Domingo de Ramos se queman y sus cenizas sirven para ungir la cabeza el Miércoles de Ceniza del año siguiente.

Las iniciales IHS
No podemos asegurar con certeza el origen y significado de estos caracteres pues son muchas las teorías e interpretaciones que se han dado. Vamos a citar dos como las más probables:

Figura 22

. La primera interpretación correspondería a las iniciales de la frase latina Iesus Hominum Salvator, cuya traducción sería: Jesús Salvador de los Hombres.
. La segunda interpretación también se atribuye a las iniciales de un mensaje que Jesús mandó a Constantino el Grande antes de iniciar la batalla de Milvio y que explicaré en el siguiente apartado. La frase era la siguiente: In Hoc Signo Vinces” La traducción Con este signo vencerás.
La cruz y el lábaro o crismón
Como hemos venido viendo, en los primeros siglos del cristianismo se utilizaron varios signos y símbolos diferentes a la cruz; pero al llegar el siglo IV d. C. ocurre un hecho histórico por el cual la cruz va a tomar un lugar preeminente en la vida de los cristianos. 

Figura 23
En el siglo IV después de Cristo, el imperio romano estaba constantemente amenazado por una serie de luchas intestinas y guerras civiles, y dos generales se disputaban el control del imperio. De una parte Majencio y de la otra Constantino.
La batalla definitiva por el control de Roma iba a tener lugar el 28 de octubre del año 312 d.C. junto al puente de Milvio, que cruzaba el río Tíber. El día anterior Constantino estaba preocupado por la inferioridad numérica de su ejército frente al de su rival Majencio, y cuenta la historia que por la noche tuvo un sueño y una visión celestial; vio aparecer  una cruz brillante en el cielo , rodeada de estas palabras: "In hoc signo vinces”(con este signo vencerás)  Hemos de tener presente que Constantino, aunque pagano, ya había oído hablar de Jesús y de muchos pasajes bíblicos que su madre- santa Elena- le había relatado cuando era niño. Esto justificaría que la visión que tuvo no le fuera extraña.

Figura 24


Tan pronto como Constantino recibe esta visión del cielo, mandó retirar las insignias y águilas imperiales de sus estandartes y escudos, y los sustituyó por la cruz y el lábaro o crismón. Creo que es necesario explicar aquí qué es el crismón o lábaro pues, como la cruz, ha sido un símbolo muy utilizado por los cristianos.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, el crismón o lábaro es un estandarte que usaban los emperadores romanos, en el cual, desde el tiempo de Constantino y por su mandato, se puso la cruz y el monograma de Cristo, compuesto de las dos primeras letras de este nombre en griego. 


Figura 25

Como hemos visto en la definición, el monograma consta de dos letras griegas (ji) X y (rho) P, que son los dos primeros caracteres del nombre de Jesús en esta lengua: XPISTOS. En ocasiones se le añaden al crismón o lábaro las letras griegas alfa y omega  e incluso es posible verlo con una imagen de un cordero, que simboliza el sacrificio de Jesús.
Al llegar la mañana del 28 de octubre se enfrentan ambos ejércitos y aunque  el ejército de Constantino era muy inferior – 40.000 soldados- al de Majencio -110.000- la victoria  fue aplastante y el ejército de Majencio, en la huida, pereció ahogado en las aguas del Tíber. Constantino entra triunfante en Roma como emperador.

Figura 26

Arco de Constantino en Roma (Google)
Mediante el edicto de Milán, el nuevo emperador concedió la libertad de culto a los cristianos y después de la batalla de Milvio, regaló al papa Silvestre I el palacio de Diocleciano donde se levantó una iglesia, la actual basílica de San Juan de Letrán. Poco después mandó construir otra basílica en la colina Vaticana, lugar donde la tradición decía que San Pedro había sufrido el martirio y que actualmente se conoce como basílica de San Pedro. Antes de morir fue bautizado y abrazó el cristianismo.
Podemos afirmar que a raíz de la visión y posterior victoria de Constantino, la imagen y figura de la cruz se irá extendiendo por todo el imperio y  aceptada como símbolo del cristianismo.

Santa Elena y la  Cruz
Llegado este momento, creo conveniente detenerme en la figura de la madre del emperador por la importancia que tuvo no solo en la influencia que ejerció sobre su hijo para poner fin  a la persecución del cristianismo, sino también en los trabajos arqueológicos llevados bajo su dirección en la búsqueda de la cruz donde murió Jesús.

Figura 27


Tenemos constancia del cariño y amor que el emperador sentía por su madre; de modo que la nombró Augusta o emperatriz. Ordenó acuñar monedas con la figura de ella y le dio autoridad para que el dinero que percibía por su título, lo empleara  en las obras buenas que ella quisiera.
Con setenta y dos años de edad, Elena decide peregrinar a Tierra Santa tras una revelación celestial. Llegó a Jerusalén buscar y todo su empeño fue la cruz donde Jesús había padecido el martirio. Después de escuchar a sabios judíos y a cristianos del lugar, llegaron a la conclusión de que la cruz debía encontrarse cerca del lugar en que había sido crucificado. Con ayuda de una legión romana que su hijo le había facilitado comenzaron las excavaciones hasta encontrar el Santo Sepulcro, junto al cual encontraron tres cruces. El empeño era  saber cuál era la de Jesús. Y cuenta la leyenda que Elena recurrió al obispo de Jerusalén, quien decidió llevar las tres cruces a casa de una mujer que padecía una gravísima enfermedad. El obispo mandó a la mujer que tocara cada una de las cruces. Las dos primeras no produjeron efecto alguno, pero al tocar la tercera la mujer sintió una fuerte sacudida y quedó totalmente curada de su enfermedad, y de este modo pudo reconocer la cruz donde Jesús murió. Además de estas excavaciones para encontrar la Santa Cruz, mandó construir tres templos: Uno en el Monte de los Olivos, otro en el Calvario y un tercero en Belén.
Nos cuenta San Ambrosio, contemporáneo de Santa Elena, que aunque era la madre del emperador, vestía siempre de forma muy sencilla, daba limosna a los pobres y vivía siempre rodeada de la gente llana del pueblo.
Presencia de la cruz en nuestras vidas
Suele ocurrir en las lenguas que muchos de sus vocablos van perdiendo con el uso la carga semántica de su significado o solo representan una parte del mismo. Y así la palabra cruz, tal vez debido al uso o a erróneas interpretaciones, ha sufrido pérdidas semánticas de la riqueza que encierra.
De tal modo  que si observamos el contexto en  que la utilizamos, podemos ver esa variante a la que acabo de aludir. Incluso los mismos cristianos empleamos expresiones con la palabra “cruz” en un tono casi peyorativo o al menos empleadas con un significado cercenado. Veamos algunas:
-        ¡Dios mío, qué cruz!
-        ¡Vaya cruz que le ha caído al pobre!
-        ¡Esa vecina es mi cruz!
-        ¡Y toda la vida cargando con esta cruz!
Estas y otras muchas expresiones se suelen oír cuando nos referimos a alguna pena o sufrimiento continuado. Aquí podemos ver claramente que nos hemos quedado solo con una parte del significado de cruz:  dolor, pena, angustia, sacrificio…En otros casos, los cristianos interpretan el sufrimiento como un sacrificio expiatorio por faltas o pecados cometidos.
 Existen posiciones  que consideran el sufrimiento como una ofrenda que es agradable a Dios; y es frecuente oír que hay que ofrecer el dolor y el sufrimiento a Dios. Opino que esta posición puede llegar a conclusiones un tanto peligrosas: una cosa es encontrar sentido al sufrimiento y otra  es pregonarlo como algo bueno. No podemos concebir la cruz solo como  sinónimo de sufrimiento ni este hay que buscarlo, pero si llega hemos de saber darle sentido y puede entonces ser algo humanizador.

Figura 28

Ya desde los inicios del cristianismo encontramos enemigos de la Iglesia afirmando que los cristianos privaban a los hombres y mujeres del goce y alegría, incitándolos al dolor. Y tampoco faltan hoy día quienes acusan a los católicos como propagandistas de una doctrina que tiene como bandera el dolor y el sufrimiento, y que lleva como consecuencia a la aflicción. Entre los muchos autores de esta teoría, voy a citar solo a uno, Christpher Hitchens. Este periodista acusaba a Teresa de Calcuta de que toda su obra caritativa se basaba en inculcar a los pobres la importancia del dolor para su salvación, olvidándose del cuidado y atención a sus necesidades materiales.
Figura 29

 ¡Qué forma más ruin y pobre de acusar a nuestra santa! Menos mal que no hace falta demostrar  los cuidados materiales y espirituales que esta sierva de Dios dedicó a los más desfavorecidos de la India. Creo que su obra es bien patente. Existen otros muchos que, como Hitchens, afirman que quienes han dado su vida como mártires son considerados poco menos que de masoquistas. Considero que no merece la pena dedicar más tinta a estas opiniones tan mezquinas y ruines.
Pero también hemos de referirnos a aquellos creyentes que, imbuidos por la teología de la Pascua, ven la cruz despojada de todo sufrimiento, esfuerzo o dolor, acusando a los cristianos que solo ven la cruz como símbolo de la pasión de Cristo.
 ¿Qué sentido tiene, pues, la cruz en nuestra vida de seguidores de Cristo?
Hemos llegado a la verdadera esencia de la cuestión y a la que usted mismo, amigo lector o lectora, va a dar respuesta a partir de estas cuestiones. En el capítulo I creo que dejé bien demostrado que la cruz pasó de ser instrumento de dolor, vejación y muerte a símbolo de victoria;  podemos afirmar que Jesús, con su pasión y posterior resurrección, venció  la muerte y la convirtió  en una victoria; luego  cruz es igual a victoria. Y así lo vimos en aquella visión de Constantino “con este signo vencerás” o en esta preciosa melodía que solemos cantar en la Cuaresma:
¡Victoria! ¡Tú reinarás!
¡Oh Cruz, tú nos salvarás!
El Verbo en ti clavado
muriendo nos rescató,
de ti, madero santo,
nos viene la redención.
……………………………..

Etimológicamente, la palabra victoria viene del latín vinco que significa “vencer”. Ahora bien, hay una ley física universal que para vencer cualquier obstáculo es necesario aplicar una fuerza -esfuerzo-; palabra que también se deriva del latín “forcem”. Llegamos así a la conclusión de que para alcanzar una victoria hemos de aplicar un esfuerzo.
Y para demostrar esta afirmación, amigo lector o lectora, le invito a que reflexione seriamente. Piense en alguna victoria que haya tenido en su vida, aunque sea insignificante; por ejemplo la obtención del título de estudios primarios, el carné de conducir, el título de bachillerato, una licenciatura, un éxito en su puesto de trabajo…


Figura 30

Estará de acuerdo conmigo en afirmar que para obtener esa victoria personal tuvo que aplicar una serie de esfuerzos; y tal vez fueron más que esfuerzos y llegaron a ser incluso privaciones, penas, dolores...; pero el día en que obtuvo la victoria ¿acaso no pesó más el premio que los esfuerzos realizados?
Figura 31

Podríamos afirmar que la victoria obtenida borró todos los esfuerzos que tuvo que soportar para conseguirla.
Y al hilo de la tesis que venimos demostrando,  cruz es victoria y toda victoria implica o presupone esfuerzos, voy a exponer algunos ejemplos más. Pensemos en aquel ciclista  que todos los días toma su bici y entrena por las carreteras de montaña de su localidad, expuesto a ser arrollado por algún vehículo. ¡Cuántas horas pedaleando, pasando frío, calor y otras inclemencias del tiempo! Pero él tiene una meta, la victoria. Y esta victoria puede ser pequeña, como el sentirse en forma, gozar de buena salud…o para victorias mayores: ser fichado por un equipo importante, participar en competiciones y ¿por qué no?  subir  al podium olímpico para recoger el trofeo.
Figura 32
Sea para logar una pequeña o gran victoria, ha supuesto multitud de esfuerzos, privaciones, sacrificios, renuncias, dolores… sin embargo ¿quién se acuerda de ello cuando está en el podium recibiendo los honores de su victoria?
Recuerdo especialmente a uno de mis alumnos universitarios que siempre era muy puntual en la clase. Se sentaba siempre en primera fila y permanecía atento  tomando apuntes de todo lo que explicaba. Los profesores, sin darnos cuenta, solemos sentir una especial predilección por este tipo de alumnos. Un día noté la falta de su asistencia y se repitió en clases sucesivas. Pregunté a los amigos y me dijeron que debía guardar cama tres meses debido a una hepatitis que padecía. Al terminar la clase busqué su ficha en mis archivos y lo llamé por teléfono para concertar una visita. Su madre accedió encantada a que fuera a visitarlo.

Figura 33
Cuando entré en su habitación, me sorprendió un inmenso póster en el que se apreciaba con toda claridad una elevadísima montaña nevada y un alpinista que se esforzaba en escalarla. Después de un rato de charla le pregunté si le gustaba el alpinismo. Me confesó que siempre que podía se iba a escalar con su grupo y eso le daba ánimos para tener una altura de miras en su vida.
-Mire-me decía- Cada metro que asciendes supone una infinidad de esfuerzos, peligros, heridas en las manos, cansancio…pero una vez superado ese metro, miro para la cúspide y me produce una satisfacción por los peligros vencidos y me genera  ansiedad para seguir luchando. Y cuando alcanzas la cima ¿quién se acuerda ya de los sacrificios, esfuerzos o heridas…?
Creo, amigo lector o lectora, que estos ejemplos nos pueden aclarar los sacrificios, esfuerzos, penas y dolores que supone la cruz que llevamos cada uno de nosotros, pero, como el alpinista, no hay que mirar atrás, sino a la cima donde nos espera la victoria.
En Mateo 16,24 podemos leer: Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todos somos conscientes de que a lo largo de nuestra vida estamos sujetos a sufrimientos. Y que estos pueden ser de tipo físico, como una enfermedad, un cáncer…o de tipo emocional, como la soledad, el abandono, la muerte de un ser querido…Sean del tipo que sean, todos hemos pasado por situaciones dolorosas; solemos decir que son “cruces” en nuestro camino. Y es verdad que el cristiano carga muchas veces con un  yugo, sin embargo no es esclavitud, sino Amor: “Venid a Mi todos los que estáis fatigados y cargados, que Yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de Mi, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es suave y mi carga ligera - Mt. 11, 28-30).En el cristianismo hay cruz pero no tristeza, sufrimiento pero no infelicidad. En estas palabras de Juan Pablo II encontramos la respuesta a esa carga:
 “Vosotros, que vivís bajo la prueba; que os enfrentáis con el problema de la limitación, del dolor y de la soledad interior: no dejéis de dar un sentido a esa situación. En la Cruz de Cristo; en la unión redentora con Él; en el aparente fracaso del hombre justo que sufre y que con su sacrificio salva a la humanidad; en el valor de eternidad de ese sufrimiento está la respuesta”
Y para cerrar este apartado quiero citar a multitud de poetas, músicos, escritores, pintores y otros artistas que han visto la cruz como el símbolo de redención para la humanidad.
Figuras 34A, 34B, 34C




“Cuando caminamos sin la Cruz, cuando construimos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz... no somos discípulos del Señor: somos mundanos; somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”. (SS. Francisco)


Jesús nunca está sin la cruz, pero la cruz no lo está nunca sin Jesús. (San Pío de Pieltrecina )

Victoria, Tú….
Victoria, tú reinarás,
oh Cruz, tú nos salvarás.

El verbo en ti clavado,
muriendo nos rescató.
De ti, madero santo,
nos viene la redención.

Victoria, tú reinarás...
Extiende por el mundo
tu reino de salvación,
oh Cruz, fecunda fuente
de vida y de bendición.

Victoria, tú reinarás...
Impere sobre el odio
tu reino de caridad;
alcancen las naciones
el gozo de la unidad.

Victoria, tú reinarás...
Aumenta en nuestras almas
tu reino de santidad;
el río de la gracia
apague la iniquidad.

Victoria, tú reinarás...
La gloria por los siglos
al Cristo libertador;
su Cruz nos lleva al Cielo
la tierra de promisión.


 E. Malvido  




Una Cruz sencilla
Hazme una cruz sencilla,
carpintero...
sin añadidos
ni ornamentos...
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos...
sencilla, sencilla...
hazme una cruz sencilla, carpintero.


León Felipe

ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO SÍMBOLO DE LOS CRISTIANOS


ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO
SÍMBOLO DE LOS CRISTIANOS



Figura  1




I LA CRUZ: DE INSTRUMENTO DE VEJACIÓN Y MUERTE A SÍMBOLO DE VICTORIA Y  VIDA.

El origen de la cruz como uno de los muchos instrumentos para ejecutar a los reos es de origen incierto. Sabemos que fue utilizada por los asirios, persas , fenicios… y que Alejandro Magno la introdujo en los países mediterráneos.

Primeramente se usaba un solo palo vertical -llamado stypes- en el que se colgaba a los reos hasta morir por asfixia; a esta forma se le conocía con el nombre de empalare.
Los griegos y romanos le añadieron un palo transversal -llamado patibulum- donde ataban o clavaban los brazos del ajusticiado. Sobre la parte superior del stypes figuraba un letrero o tablilla donde se podía leer la causa por la que era ejecutado.




Figura2

 En la Cruz de Jesús Poncio Pilato mandó grabar  también una inscripción en griego, hebreo y latín. Este era el texto latino: Iesus Nazarenus Rex Iudeorum , cuya traducción es Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos, Jn.19,19-20 y que solemos representar con las iniciales  INRI.
 Hay que hacer notar que en Judea no  se aplicó la crucifixión hasta que fue provincia romana. Este instrumento de ejecución estuvo vigente durante siglos en el imperio romano hasta que en el año 337 de nuestra era el emperador Constantino lo abolió.




Instrumento de vejación y muerte.

La muerte en la cruz posiblemente haya sido uno de los mayores suplicios que se han aplicado a lo largo de  la historia de la humanidad. Además del horrible sufrimiento del reo, había que añadir la vejación que suponía para su familia, amigos y conocidos, como más adelante explicaré.

En época del imperio romano, la  condena a muerte en la cruz solo se aplicaba a los esclavos, desertores militares o a los reos de delitos  muy graves como la sedición y alta traición; pero en raras ocasiones se crucificaba a un ciudadano romano, como así  lo atestigua el propio Cicerón:

 Facinus est vincire civem romanum; scelus verberare, prope parricidium necare; quid dicam esse in crucem attollere?
Y que podríamos traducir así: “Es un delito detener a un ciudadano romano; un crimen  azotarlo, casi un parricidio  matarlo ¿qué diré si se le crucifica?”



Una vez que la sentencia era firme, se le ataban los brazos al patíbulo o madero horizontal y debía  cargarlo hasta el lugar donde iba a ser crucificado. En raras ocasiones se le obligaba a llevar la cruz entera.  Hay que tener en cuenta que la cruz pesaba unos 140 kilogramos y sólo el palo transversal o patíbulo alrededor de unos 60 kg. y dos metros de largo. El peso variaba según fuera  madera  de olivo, ciprés , acacia... 



Figura 3


Es notorio el sufrimiento que suponía para el reo cargar con 60 Kg. de  peso y, al estar los brazos atados al madero, las caídas suponían una tortura ya que todo el cuerpo se desplomaba sin poder apoyar las manos , y el golpe lo recibían la cara y las rodillas directamente. Además de estas penurias el reo, durante el viaje hasta el lugar de la ejecución, era continuamente humillado, insultado, escupido y apedreado por la chusma que, enfurecida, disfrutaba del espectáculo.

Cuando el condenado llegaba al lugar del suplicio, que solía ser una pequeña colina o  montículo cercano a la ciudad,  se unían ambos tablones ( el vertical ya se encontraba en el lugar de la ejecución) . Con la cruz sobre el suelo, se situaba encima al preso y se le ataban los brazos  al patíbulo y los pies al stypes o palo vertical. En casos de delitos muy graves, en lugar de atarlo se utilizaban clavos que solían medir entre 13 y 18 centímetros. Los brazos se fijaban al patíbulo mediante sendos clavos en las muñecas y con uno solo  fijaban los pies a la ménsula,  especie de silla o descansillo que estaba clavada al stypes, con la finalidad  de apoyar parte del peso; la función era prologar el sufrimiento del reo, el cual al no poder soportar su peso durante más tiempo, se apoyaba para intentar incorporarse y poder respirar,  alargando así el periodo que resistía sin asfixiarse. Era costumbre  en el momento de la crucifixión ofrecer al reo vino mezclado con mirra, una especie de analgésico suave.



Figura 4


Una vez que el reo era atado o clavado en la cruz, levantaban esta con ayuda de escaleras y sogas,   y la anclaban al suelo. En esta posición, el crucificado comenzaba a tener dificultades para respirar, ya que todo el peso del cuerpo caía sobre sus pies, y los pulmones no  podían llenarse de oxígeno. Intentaba entonces incorporarse  para tomar aire, pero el dolor que producían los clavos hacía que perdiera el conocimiento. Al recobrarlo de nuevo, volvía la misma tortura de intentar incorporarse para respirar. La víctima quedaba expuesta a una lenta y dolorosa  agonía provocada por las hemorragias, la sed y  las alimañas del campo,  que  se acercaban para devorar lo que podían: los cuervos solían arrancarle los ojos y las águilas le desgarraban  las entrañas.

En ocasiones, si interesaba retirarlo de la cruz bien porque  la agonía se alargaba más de lo previsto o bien porque no interesaba que siguiera allí, un soldado a caballo le quebraba con una espada las piernas por el fémur y, al quedar colgado solamente de los brazos, moría a los pocos minutos por falta de oxígeno. También era frecuente  clavarle una lanza en el costado y la muerte se producía por derramamiento de sangre.


Figura 5




Pero la crucifixión no solo producía un dolor horrible y una muerte atroz, tenía otros dos fines primordiales:

-        El servir de escarmiento a cuantos presenciaban el suplicio.
-        La maldición que recaía sobre los familiares del reo. De tal manera que los allegados y amigos del crucificado eran considerados como apestados; es decir, que  además de la muerte física se intentaba la muerte del recuerdo y la memoria. Solo así se explica que los judíos insistieran tanto ante Pilato para que Jesús muriera en una cruz. Pretendían no solo su muerte física sino también borrar su recuerdo y su doctrina o mensaje.




Símbolo de victoria y vida

A simple vista resulta un poco paradójico que un instrumento de muerte, maldición y tortura como fue la cruz, sea reconocida en el mundo entero como uno de los símbolos más importantes para los cristianos.

Y así la vemos lucir en las torres de las catedrales y en las espadañas de la iglesias, dibujando- como decía  Miguel de Unamuno-en el azul del cielo la silueta de los campanarios. Puede verse en los altares y en los cruces de caminos; la contienen infinidad de banderas y estandartes de la vieja Europa; una cruz en la cuneta de una carretera nos recuerda la muerte de un cristiano; la mayoría de nuestras iglesias y catedrales están diseñadas en forma de cruz, y millones de personas nos sentimos orgullosos de llevarla toda la vida colgada de nuestro cuello.


Figura 6



De igual manera  es usada en casi todos los ritos cristianos: el sacerdote hace la señal de la cruz mientras derrama el agua bendita sobre la cabeza de los que se van a bautizar; esa misma señal la recibimos el miércoles anterior a la cuaresma  o el obispo cuando  sella con una cruz  en la frente del que recibe el sacramento de la Confirmación. Podríamos seguir enunciando miles de casos y situaciones en los que la cruz está presente en nuestro alrededor y en nuestras vidas. Es por lo tanto signo auténtico de los discípulos de Cristo.

Ahora bien, no estoy dispuesto a aceptar y rechazo de plano los fáciles argumentos de aquellos que menosprecian a quienes veneramos la cruz, afirmando que los cristianos somos personas de escasa cultura, atormentados por los acontecimientos adversos, pusilánimes o que nos movemos por el miedo al dolor,  la muerte, la enfermedad o cualquier otra desgracia.

 Y para rebatir estos débiles argumentos traigo a colación una anécdota que viví en mis años jóvenes de estudiante universitario en Salamanca. Entablé amistad con un sabio anciano que había conocido de cerca a Don Miguel de Unamuno. Me contaba que en vida del ilustre profesor, la ciudad quiso dedicarle una estatua y se la encargaron a un reconocido escultor del lugar. Cuando  este hubo confeccionado el boceto en yeso, y antes de fundirla en bronce, llamó al profesor para que le diera su opinión. Don Miguel se acercó al taller del escultor y después de contemplar detenidamente el boceto, dibujó con su dedo una cruz a la altura del corazón y  dijo al artista: siempre llevo en el bolsillo interior de mi chaqueta un crucifijo y un ejemplar de los evangelios en griego. Y no creo yo que Don Miguel, por llevar un crucifijo, fuera un pobre inculto o un pusilánime; al contrario, es reconocido como una de las mentes más lúcidas y brillantes de finales del siglo XIX y de las tres primeras décadas del XX

Sin embargo, no vaya a pensar, apreciado lector o lectora, que los cristianos veneramos  un trozo de madera, un trozo de metal más o menos precioso o cualquier otro material del que está hecha la cruz. No, nosotros adoramos y veneramos al Crucificado, al mismísimo Hijo de Dios que sufrió la más horrible de las muertes por todos y cada uno de los pecados de la humanidad, pero Jesús venció  la muerte y resucitó; y esa victoria es símbolo de vida para los cristianos . ¿O quién, en su sano juicio, considera de loco, cobarde, pusilánime…a un militar que cuando se arría o iza la bandera se cuadra y la saluda con honor y respeto? No es  un trozo de tela lo que saluda, sino a lo que representa esa tela: su patria, por la cual ha jurado defender y si es preciso dar la vida.

Pero hemos nombrado muy de pasada la crucifixión de Jesús; sin embargo es preciso hacer un estudio, lo más fiel posible, de esa pasión que sufrió y del proceso judicial a que fue sometido.

Proceso judicial y  muerte en la cruz.

Hoy todos los estudiosos de la pasión y muerte de Jesús están de acuerdo en que todo comenzó en Getsemaní o Huerto de los olivos. Allí, después de la Cena Pascual,  había acudido con sus discípulos a orar.
Los evangelios nos narran lo que  vivió Jesús en ese huerto antes de ser hecho prisionero, y nos describen una escena cargada de abandono, tristeza, espanto , flaqueza y agonía: “Entró en agonía y oraba más intensamente; sudaba como gotas de sangre que corrían por el suelo” Lc 22, 44
Resulta curioso que de los cuatro evangelistas, sólo San Lucas nos relata la escena del sudor de sangre. Pero si nos fijamos bien, Lucas era médico. Este sudor de sangre es conocido en términos médicos como hematihidrosis o hemohidrosis; hecho que no pasó desapercibido por un profesional de la medicina.
Figura 7
 Según el doctor Truman, fue tal el grado de sufrimiento moral que el  sudor de sangre se puede producir bajo una gran tensión emocional. Fisiológicamente es debido a una congestión vascular capilar y hemorragias en las glándulas sudoríparas: la piel se vuelve frágil y las glándulas sudoríparas  se rompen y se mezclan con la sangre. Una vez más podemos apreciar la veracidad de los relatos evangélicos.


Jesús ante el Sanedrín. Juicio religioso
Los evangelios nos relatan que cuando Jesús hubo terminado de orar, una turba de gente formada por soldados del templo, con Judas a la cabeza, entraron en el huerto y  dando un beso a Jesús, lo entregó.
Los soldados condujeron a Jesús a  casa de Anás, que era el yerno del Sumo Sacerdote Caifás. Se supone que Anás era quien tenía la autoridad en la asamblea. Intenta interrogar a Jesús, pero Este no  responde a ninguna de las acusaciones que vierten sobre Él, recibiendo un fuerte golpe en el rostro por negarse a dar información. Al verse  frustrado por la negativa de Jesús, ordena que lo lleven a su suegro Caifás.
 Comenzaron entonces las acusaciones de falsos testigos afirmando que le habían oído decir que destruiría el templo y lo reedificaría en tres días; sin embargo los testigos se contradecían y no encontraban pruebas para condenarlo.

Figura 8

Tomó entonces la palabra  Caifás y  preguntó a Jesús: "¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios?" Jesús, sin vacilar, respondió, "Tú lo has dicho"  Estas cuatro palabras fueron suficientes para que el Sumo Sacerdote las considerara como una blasfemia; y rasgando sus vestidos en señal de insulto, acordó acabar con Él lo antes posible. Tam pronto llegó el amanecer, fue condenado a muerte.








Nulidad del juicio religioso

Si nos detenemos a examinar este primer proceso judicial contra Jesús, observaremos que se cometieron infinidad de irregularidades pudiendo llegar a afirmar que fue nulo por las siguientes violaciones de la ley judía:

-        En el juicio, el reo debía tener al menos dos testigos a su favor. Jesús no tuvo ninguno.
-        El juez debía ser imparcial; en este caso Caifás actuaba de juez y fiscal a la vez.
-        El juicio debía celebrarse a plena luz del día. A Jesús se  le juzga  de  noche y en secreto.
-        No estaban presentes todos los miembros del Sanedrín. De haber estado presentes no  lo hubieran condenado, como era la ausencia de José de Arimatea quien, sin ninguna duda, hubiera defendido a Jesús.
-        El juicio no podía celebrarse en sábado ni en fiestas importantes. A Jesús se le juzga nada más y nada menos que en la fiesta más importante para los judíos: la Pascua, que comenzaba el jueves con la cena del cordero.
-        Debían transcurrir al menos 24 horas entre el juicio y la sentencia. A Jesús se le aplica la sentencia inmediatamente de ser juzgado.

Sin lugar a duda  los sacerdotes y los escribas estaban dispuestos a eliminarlo; pero ellos no tenían potestad  para aplicar la pena de muerte (llamada Ius Gladii)  y debían acudir a la autoridad romana. Era preciso, pues, conducirlo a Pilato y convencer a este de que Jesús debía morir. No obstante, si acusaban a Jesús  sólo por un delito de blasfemia, temían que Pilato no los escuchara y conmutara la pena; así pues, le acusarán también de alta traición contra Roma, delito por el que se condenaba a morir en la cruz.


Jesús ante Pilato. Juicio civil

Antes de analizar el proceso judicial contra Jesús, estimo conveniente hacer un estudio detallado de la figura de  Pilato y el cargo que desempeñaba en aquella época en Judea. Creo que hay una cierta confusión sobre su figura y el desempeño de su cargo.



Poncio Pilato

Desempeñó el cargo de Prefecto en la provincia romana de Judea desde el año 26 d. C. hasta el 36 d. C. o principios del 37.Los evangelios le dan el título genérico de gobernador; es normal que se refieran a él con dicho título pues no era fácil diferenciar entre prefecto, gobernador y procurador. El prefecto era el cargo de mayor rango y ejercía de representante del emperador en la provincia. Le correspondía mantener el orden  y administrar judicial y económicamente la provincia. Era pues la máxima autoridad en el orden político, militar  y administrativo. Su residencia estaba  en Cesarea Marítima y  por la Pascua judía solía ir a Jerusalén, alojándose en la fortaleza Antonia, lugar donde juzgó y condenó a Jesús.

No vayamos a quedarnos con la imagen  de un hombre frívolo, poco culto y un tanto alejado de la realidad que nos ha presentado el cine. Hemos de tener en cuenta que Pilato era el favorito de Sejano, lugarteniente del emperador Tiberio. Tanto Sejano como Pilato destacaban por un marcado carácter antisemita. Si el emperador lo mandó  a Judea, debió ver en él dotes de gran estratega tanto militar como político, pues era esta una provincia  difícil de gobernar y muy dada a la rebelión. Sin embargo escritores contemporáneos como Flavio Josefo y Filón de Alejandría lo describen como tirano, vejador y corrompido: “Era cruel y tan duro de corazón, que no conocía la misericordia”

Nada más llegar a Judea, Pilato dio efectivas muestras del antisemitismo que respiraba. Envía  a Jerusalén un destacamento militar y coloca delante del templo las insignias y estandartes romanos, así como el busto del emperador. Esto era  una ofensa para los sacerdotes del templo y se origina una revuelta que  termina con varios muertos y una denuncia de los judíos ante el emperador. Finalmente Pilato, muy dolido y herido en su orgullo, retira las insignias.

Al poco tiempo, y con la excusa de arreglar el acueducto que transportaba el agua a Jerusalén, solicitó dinero de los sacerdotes del templo pues en definitiva mucha del agua que se consumía la destinaban a las purificaciones. Los sacerdotes consideraban ese dinero como sagrado y se negaron.  Pilato se incautó por la fuerza de una parte del tesoro del templo con la intención de utilizarlo para este fin. Pero una enorme multitud de judíos, con sus líderes a la cabeza, acuden a Cesarea a que los reciba Pilato. Este se niega y la multitud permanece allí dispuestos a morir. Pilato ante esta insistencia ha de morder su orgullo y dar marcha atrás.

 Estos y otros  muchos altercados eran frecuentes entre el Prefecto y las autoridades judías. A Roma ya habían llegado muchas quejas contra Pilato, pero todas habían sido aparcadas por ser el predilecto de Sejano.

Pero  en el año 31 d. C. Sejano y sus seguidores son acusados de conspirar contra Tiberio, y son perseguidos y ejecutados, entre ellos el propio Sejano. Pilato se queda sin apoyo ante el emperador y además será sospechoso también de sedición. A principios del año 37  d. C. es llamado por Tiberio  para dar cuenta de su gestión política y administrativa, pero cuando  llega a Roma, el emperador ya había muerto. Hemos de tener en cuenta esta circunstancia  si queremos entender mejor por qué Pilato se encuentra bastante debilitado ante las presiones del Sanedrín para condenar a Jesús, sin que esto justifique para nada que acusemos de  cobarde y prevaricador al prefecto romano, como más adelante demostraré.

Juicio civil contra Jesús
Era la  madrugada del viernes cuando miembros del Sanedrín y una chusma comprada por los sacerdotes para acusar a Jesús lo conducen  desde el templo hasta la fortaleza Antonia para ser juzgado por el prefecto romano.
 Y comenzaron a acusarlo:
“Nosotros hemos encontrado a este agitando a nuestra nación, impidiendo pagar el tributo al César y diciendo que él es el Cristo rey”
Pilato le preguntó:”¿Tú eres el rey de los judíos?
Y le respondió: “Tú lo dices” Lc.23,2-3


Figura 9


Pilato se da cuenta enseguida de que los sacerdotes  mienten y están acusando a un inocente; si de verdad hubiera sido un revolucionario, los propios judíos lo hubieran ocultado y protegido pues era bien patente el odio que sentían contra la opresión romana. Por lo cual se dirige a los acusadores y les dice que no encuentra culpa alguna contra ese hombre. Los sumos sacerdotes y el populacho piden insistentemente la muerte; Pilato no quiere concederles esa petición, no tanto por salvar a Jesús sino por venganza contra los judíos.

Primer intento para salvar a Jesús

Por la fiesta de la Pascua era costumbre que el  prefecto liberase a un preso. Pilato piensa entonces en un asesino, Barrabás, que estaba encarcelado y que el pueblo lo había acusado de horribles crímenes.
Dijo, pues, Pilato a los reunidos:”¿A quién queréis que os deje en libertad? ¿a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?” Pues sabía que lo habían entregado por envidia. Mt. 27,17-18
Pero los pontífices y los ancianos convencieron a la muchedumbre que pidiesen a Barrabás e hicieran perecer a Jesús. Mt. 27, 20
Pilato se está poniendo nervioso. No quiere dar su brazo a torcer y no está dispuesto a que los judíos se salgan con la suya.

Segundo intento
De nuevo Pilato les habló, pues quería dejar en libertad a Jesús. Pero ellos gritaron:”¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”. Y Pilato por tercera vez les dijo: “¿Pues qué mal os ha hecho éste?. No he encontrado en él causa alguna de muerte. Lc.23,20-22

Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo; yo lo he interrogado delante de vosotros y no lo he encontrado culpable de las cosas en que lo acusáis. Herodes tampoco, puesto que nos lo ha devuelto. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Por tanto, lo pondré en libertad después de haberlo castigado. Lc.23,14-16


Figura 10




Pilato hace un último intento de salvar a Jesús; insisto, no tanto por ser justo sino por venganza contra los sumos sacerdotes , fariseos y escribas.

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le vistieron un manto de púrpura; y se acercaban a él diciendo:”Salve, Rey de los judíos”. Y le daban bofetadas. Jn.19, 1-3

La flagelación y corona de espinas. Conviene hacer una pequeña aclaración de lo que este castigo suponía para un reo. El flagelo consistía en un palo que servía de mango y del que salían unas tiras de cuero de aproximadamente 60 cms. Incrustadas en las correas de cuero iban unas bolas de plomo de cuya superficie salían una pequeñísimas púas con el fin de ir rasgando la piel cual hojas de afeitar.

Figura 11


El reo era despojado de su ropa de cintura para arriba y atado a una columna de aproximadamente un metro de altura. Se le colocaba de  tal manera que el costado izquierdo (lugar del corazón) descansara sobre la parte superior de la columna con el fin de que un latigazo no le llegara al corazón y muriera en el acto; en definitiva, se intentaba prolongar el sufrimiento. El reo solía recibir cuarenta latigazos menos uno. El impacto que recibía el cuerpo a cada latigazo producía inmensidad de contusiones en el cuerpo a la vez que las púas iban rasgando la masa capilar. Según el doctor Davis Truman, la más leve  brisa de viento produciría un inmenso dolor por todo el cuerpo; y la pérdida de sangre iba dejando al reo exhausto. La mayoría de reos que soportaban la flagelación morían al poco tiempo. En la Sábana Santa se pueden contar más de seiscientas contusiones o hematomas.



Figura 12

Después de ser flagelado, dicen los evangelios que le colocaron una corona de espinas sobre su cabeza. Este hecho de la corona de espinas se ha venido tomando como signo de humillación; sin embargo  se ha pasado por alto el dolor que producía. La planta ziziphus Spina –de la que  se solían tejer las coronas - es un árbol de hoja perenne que crece en África tropical y Asia occidental; en Israel vive en los valles hasta una altura de 500 mts. Y no era una corona simple como acostumbramos a ver en algunos óleos de pintores famosos, era una especie de casco que cubría casi toda la cabeza, a semejanza de un sombrero. Al colocarla sobre la cabeza del reo, sus púas atravesaban la piel y llegaban a alcanzar el nervio del trigémino. Según estudios médicos, es uno de los mayores dolores que el ser humano puede llegar a sufrir, de tal modo que se han dado casos de suicidios al no poder soportarlo. No cabe duda de que Jesús debía tener una fortaleza impresionante.

 Pilato, entonces, condujo fuera a Jesús, sangrante , lacerado, con un manto de púrpura, una corona de espinas y una caña en la mano, y lo presentó a la  multitud, diciendo: "¡Ecce Homo!- que se ha venido traduciendo como “he aquí el hombre” pero que a mi  juicio debía ser esta: “He aquí lo que fue un hombre”,pues el estado en que se encontraba Jesús tenía ya poco en qué parecerse a un ser humano- Os declaro de nuevo que no encuentro ningún delito en él, y después de haberlo azotado, quisiera liberarlo."



Figura 13




Al ver el estado lastimoso del Maestro, sólo gritaron más fuerte y durante más tiempo: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

Ciertamente, Pilato podía haberse negado a condenar a muerte a Jesús. ¿Por qué  cedió a las presiones de los sacerdotes, escribas y fariseos? Si nos detenemos un poco en el proceso judicial observaremos que la trama de los sumos sacerdotes fue habilísima. Consiste en una doble acusación:  Jesús ha violado la ley judía- haber confesado ser Hijo de Dios- y la acusación política- haber dicho que era rey-. Y esto último sí lo temían los romanos.  Pilato teme que un recurso a Roma por parte de los sumos sacerdotes  muy bien podría ser escuchado, y su protector Sejano ya no está para frenar la acusación. Y esta fue la debilidad de Pilato que, lavándose las manos, entrega, a sabiendas, a un inocente a la muerte de cruz.
Nulidad del juicio político
Al iniciar el estudio de Pilato, lo acusé de ser un prevaricador y ha llegado el momento de demostrarlo. Prevaricación, según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua  es el delito consistente en dictar a sabiendas una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario.
Veamos entonces por qué el proceso judicial llevado a cabo por el prefecto no se ajustó al Derecho Romano:
- Según el Derecho Romano, el juicio debía iniciarse sobre un hecho nuevo y no sobre un hecho ya basado en otro y con una sentencia ya persistente. Téngase en cuenta que el Sanedrín le condena por blasfemia y ante Pilato se le acusa de sedición, insurrección y traición a Roma.
- La acusación debía presentarse por testigos identificados; es decir por personas con nombres y apellidos. La acusación contra Jesús la presenta un cuerpo genérico (el Sanedrín) y por una masa  enfurecida gritando ¡crucifícale!
- En el Derecho Romano había un principio, diríamos sagrado, que ha sido recogido por el Derecho Procesal moderno y que rezaba así: “in dubio pro reo” y que se ha traducido del siguiente modo “ ante la duda siempre se debe fallar a favor del acusado”. Como hemos visto, Pilato siempre supo que Jesús era inocente y fueron muchas las dudas de las acusaciones que se vertían contra Jesús. Tampoco aquí fue aplicado el Derecho.
- Otro de los principios del Derecho, y que sigue vigente hoy en día, era “nadie puede ser juzgado ni condenado dos veces por el mismo delito” Antes vimos cómo Pilato les dice a los judíos “yo no encuentro culpa en este hombre. Lo castigaré- el castigo fue la flagelación- y lo dejaré en libertad” Tampoco aquí se aplicó este principio, pues fue condenado dos veces por el mismo delito: La flagelación y la crucifixión.
Podría enumerar aún más principios del Derecho que no fueron aplicados en este proceso judicial, pero considero que ya queda suficientemente probado que el juicio fue una mamarrachada y un linchamiento.
Desde la fortaleza Antonia hasta el Gólgota, Jesús tuvo que cargar con el palo de la cruz o patíbulo y recorrer unos 600 metros por empinadas y pedregosas calles. El camino es difícil, Jesús lleva sin comer ni dormir desde la noche del jueves y ha perdido mucha sangre; por consiguiente no puede soportar los 60 Kgs del madero y las caídas son frecuentes.  Jesús no puede suavizar la caída, pues lleva las manos atadas al madero y la cabeza se golpeaba con fuerza contra el suelo empedrado; además el madero, con el impulso de la caída, se desplazaba hacia la cabeza golpeando fuertemente la nuca cubierta con las espinas. Tan duras fueron las caídas y tan maltrecho era el estado físico de Jesús que temen por su muerte, por eso buscan un ayudante llamado Simón de Cirene.
Muerte de Jesús
Según los evangelios era la hora sexta del viernes cuando Pilato entregó a Jesús para ser crucificado. En el cómputo de las horas de los romanos, la hora sexta  correspondería a las 12.00 horas solares ( equivalente a las 14.00 horas según el horario  de verano actual). La hora de la muerte, según san Lucas, Jesús falleció hacia la hora nona, que correspondería con las 15.00 (hora solar) o a las 17.00 (hora oficial de verano). Estos horarios corresponden al uso horario de Jerusalén. Si tenemos en cuenta que la diferencia horaria entre Jerusalén y España es de -1 hora, la muerte de Jesús, según la hora de España, ocurriría a las 16.00 horas, siempre según el horario de verano.



Figura 14

Según el doctor Jorge Fuentes, podemos llegar a tres conclusiones sobre las causas clínicas por las que murió Jesucristo: por asfixia, insuficiencia cardiaca e infarto al miocardio. Hay que tener en cuenta  que Jesús llevaba muchas horas sin comer ni dormir, la sangre que había perdido y la flagelación sufrida. No es de extrañar que a las pocas horas de ser crucificado llegara la muerte muy pronto.
No es fácil calcular la fecha de su muerte. La mayoría de historiadores la fechan un 7 de abril y el año va desde el 30 al 33 d. C. Lo que sí tenemos seguro es que Pilato fue prefecto en Galilea desde el año 26 al 36 d.C. Luego entre esos años sería su muerte.
 Citas bíblicas de la cruz

Los testigos de Jehová aseguran que Jesús no murió en una cruz, sino en una estaca de tortura, y que la cruz es un símbolo pagano que adoptaron los cristianos después. Si esto fuera así, la manos de Jesús se habrían clavado por encima de su cabeza con un clavo y otro para sus pies. Sin embargo la Biblia nos habla siempre de una cruz, como lo podemos apreciar en las siguientes citas:

Citas
Texto de la cita
Juan 20,25
 Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré" (Habla de clavos en las manos, no de un clavo)
Mateo 38, 10
Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí"

Mateo 16,24
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

Mateo 27,32
Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz
Casi todos vienen a mí para que les alivie la Cruz; son muy pocos los que se me acercan para que les enseñe a llevarla. (San Pío de Pieltrecina )


II  ORIGEN DE LA CRUZ COMO SÍMBOLO DE LOS CRISTIANOS

En el capítulo anterior hemos expuesto una breve visión de  cómo la cruz ha pasado de ser un  instrumento de tortura y muerte a símbolo de vida y victoria. Veamos ahora el origen de la cruz como símbolo de los cristianos.

En los  primeros siglos de cristianismo, los artistas representaron  a Jesús de muy distintas formas. Hay que tener en cuenta que en el año 64 d.C. comienza con Nerón una feroz persecución contra los cristianos y muchos signos y símbolos solo eran conocidos por quienes estaban inmersos en el cristianismo. Veamos algunas imágenes y símbolos más frecuentes anteriores a la cruz:



(CONTINUA ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO SIMBOLO DE LOS CRISTIANOS)