domingo, 8 de junio de 2014

CONTINUACION SOBRE ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO SÍMBOLO DE LOS CRISTIANOS



CONTINUACION SOBRE EL ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO SIMBOLO DE LOS CRISTIANOS




Figuras 15 A, 15B y 15C


Como podemos apreciar, las representaciones artísticas nos ofrecían a un Cristo glorioso, vestido con larga túnica y corona real. Era también frecuente la imagen del Buen Pastor.

El pez
En el momento en que comenzó la feroz persecución contra los cristianos, estos tuvieron que recurrir a símbolos que solo entendían ellos, pero que  poseían un significado cristiano.

Figura 16 
Así la palabra pez en griego se decía IKHTHYS -escrito en caracteres latinos; los caracteres griegos se pueden ver en la imagen- Estas letras griegas solían ir escritas en las escamas del pez de una forma bastante disimulada. Pues bien, las iniciales de cada letra representaban la siguiente frase: “Iesous Christos Theou Yios Soter” que en español significa “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”
El ancla
El áncora o ancla del barco, tal vez recordando que sus primeros discípulos eran pescadores, fue otro de los símbolos secretos utilizados por los primitivos cristianos, donde explicaban el misterio de la Santísima Trinidad.



Figura 17


El círculo superior representa a Dios Padre. Los brazos de la cruz a Jesús y las dos palomas, al Espíritu Santo.

 Alfa y Omega
Son los caracteres de la primera y última letra del alfabeto griego:


Figura 18

Con estos caracteres los cristianos querían expresar que Jesús es el principio y el fin de todo. Es decir, que Cristo existió desde el principio de los tiempos y que por siempre existirá.

 El cordero

Aparte de la imagen de Jesús con un cordero sobre las espaldas y que representa al Buen Pastor, era frecuente la imagen  de un corderito.

Figura 19

Este  animal nos evoca bondad, obediencia, humildad y entrega,  al igual que Jesús aceptó la muerte en la Cruz. En palabras del profeta:”… como cordero que es llevado al matadero”


  La concha del peregrino
Se solía utilizar la concha de vieira.

Figura 20

Representa el símbolo del Bautismo y el reconocimiento de ser discípulo de Cristo y miembro de su iglesia.
Palmas y ramos
Representan la victoria y el martirio de los cristianos que dieron su vida como testigos de Jesús.

Figura 21

La palmas y ramos que se utilizan en la procesión del Domingo de Ramos se queman y sus cenizas sirven para ungir la cabeza el Miércoles de Ceniza del año siguiente.

Las iniciales IHS
No podemos asegurar con certeza el origen y significado de estos caracteres pues son muchas las teorías e interpretaciones que se han dado. Vamos a citar dos como las más probables:

Figura 22

. La primera interpretación correspondería a las iniciales de la frase latina Iesus Hominum Salvator, cuya traducción sería: Jesús Salvador de los Hombres.
. La segunda interpretación también se atribuye a las iniciales de un mensaje que Jesús mandó a Constantino el Grande antes de iniciar la batalla de Milvio y que explicaré en el siguiente apartado. La frase era la siguiente: In Hoc Signo Vinces” La traducción Con este signo vencerás.
La cruz y el lábaro o crismón
Como hemos venido viendo, en los primeros siglos del cristianismo se utilizaron varios signos y símbolos diferentes a la cruz; pero al llegar el siglo IV d. C. ocurre un hecho histórico por el cual la cruz va a tomar un lugar preeminente en la vida de los cristianos. 

Figura 23
En el siglo IV después de Cristo, el imperio romano estaba constantemente amenazado por una serie de luchas intestinas y guerras civiles, y dos generales se disputaban el control del imperio. De una parte Majencio y de la otra Constantino.
La batalla definitiva por el control de Roma iba a tener lugar el 28 de octubre del año 312 d.C. junto al puente de Milvio, que cruzaba el río Tíber. El día anterior Constantino estaba preocupado por la inferioridad numérica de su ejército frente al de su rival Majencio, y cuenta la historia que por la noche tuvo un sueño y una visión celestial; vio aparecer  una cruz brillante en el cielo , rodeada de estas palabras: "In hoc signo vinces”(con este signo vencerás)  Hemos de tener presente que Constantino, aunque pagano, ya había oído hablar de Jesús y de muchos pasajes bíblicos que su madre- santa Elena- le había relatado cuando era niño. Esto justificaría que la visión que tuvo no le fuera extraña.

Figura 24


Tan pronto como Constantino recibe esta visión del cielo, mandó retirar las insignias y águilas imperiales de sus estandartes y escudos, y los sustituyó por la cruz y el lábaro o crismón. Creo que es necesario explicar aquí qué es el crismón o lábaro pues, como la cruz, ha sido un símbolo muy utilizado por los cristianos.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, el crismón o lábaro es un estandarte que usaban los emperadores romanos, en el cual, desde el tiempo de Constantino y por su mandato, se puso la cruz y el monograma de Cristo, compuesto de las dos primeras letras de este nombre en griego. 


Figura 25

Como hemos visto en la definición, el monograma consta de dos letras griegas (ji) X y (rho) P, que son los dos primeros caracteres del nombre de Jesús en esta lengua: XPISTOS. En ocasiones se le añaden al crismón o lábaro las letras griegas alfa y omega  e incluso es posible verlo con una imagen de un cordero, que simboliza el sacrificio de Jesús.
Al llegar la mañana del 28 de octubre se enfrentan ambos ejércitos y aunque  el ejército de Constantino era muy inferior – 40.000 soldados- al de Majencio -110.000- la victoria  fue aplastante y el ejército de Majencio, en la huida, pereció ahogado en las aguas del Tíber. Constantino entra triunfante en Roma como emperador.

Figura 26

Arco de Constantino en Roma (Google)
Mediante el edicto de Milán, el nuevo emperador concedió la libertad de culto a los cristianos y después de la batalla de Milvio, regaló al papa Silvestre I el palacio de Diocleciano donde se levantó una iglesia, la actual basílica de San Juan de Letrán. Poco después mandó construir otra basílica en la colina Vaticana, lugar donde la tradición decía que San Pedro había sufrido el martirio y que actualmente se conoce como basílica de San Pedro. Antes de morir fue bautizado y abrazó el cristianismo.
Podemos afirmar que a raíz de la visión y posterior victoria de Constantino, la imagen y figura de la cruz se irá extendiendo por todo el imperio y  aceptada como símbolo del cristianismo.

Santa Elena y la  Cruz
Llegado este momento, creo conveniente detenerme en la figura de la madre del emperador por la importancia que tuvo no solo en la influencia que ejerció sobre su hijo para poner fin  a la persecución del cristianismo, sino también en los trabajos arqueológicos llevados bajo su dirección en la búsqueda de la cruz donde murió Jesús.

Figura 27


Tenemos constancia del cariño y amor que el emperador sentía por su madre; de modo que la nombró Augusta o emperatriz. Ordenó acuñar monedas con la figura de ella y le dio autoridad para que el dinero que percibía por su título, lo empleara  en las obras buenas que ella quisiera.
Con setenta y dos años de edad, Elena decide peregrinar a Tierra Santa tras una revelación celestial. Llegó a Jerusalén buscar y todo su empeño fue la cruz donde Jesús había padecido el martirio. Después de escuchar a sabios judíos y a cristianos del lugar, llegaron a la conclusión de que la cruz debía encontrarse cerca del lugar en que había sido crucificado. Con ayuda de una legión romana que su hijo le había facilitado comenzaron las excavaciones hasta encontrar el Santo Sepulcro, junto al cual encontraron tres cruces. El empeño era  saber cuál era la de Jesús. Y cuenta la leyenda que Elena recurrió al obispo de Jerusalén, quien decidió llevar las tres cruces a casa de una mujer que padecía una gravísima enfermedad. El obispo mandó a la mujer que tocara cada una de las cruces. Las dos primeras no produjeron efecto alguno, pero al tocar la tercera la mujer sintió una fuerte sacudida y quedó totalmente curada de su enfermedad, y de este modo pudo reconocer la cruz donde Jesús murió. Además de estas excavaciones para encontrar la Santa Cruz, mandó construir tres templos: Uno en el Monte de los Olivos, otro en el Calvario y un tercero en Belén.
Nos cuenta San Ambrosio, contemporáneo de Santa Elena, que aunque era la madre del emperador, vestía siempre de forma muy sencilla, daba limosna a los pobres y vivía siempre rodeada de la gente llana del pueblo.
Presencia de la cruz en nuestras vidas
Suele ocurrir en las lenguas que muchos de sus vocablos van perdiendo con el uso la carga semántica de su significado o solo representan una parte del mismo. Y así la palabra cruz, tal vez debido al uso o a erróneas interpretaciones, ha sufrido pérdidas semánticas de la riqueza que encierra.
De tal modo  que si observamos el contexto en  que la utilizamos, podemos ver esa variante a la que acabo de aludir. Incluso los mismos cristianos empleamos expresiones con la palabra “cruz” en un tono casi peyorativo o al menos empleadas con un significado cercenado. Veamos algunas:
-        ¡Dios mío, qué cruz!
-        ¡Vaya cruz que le ha caído al pobre!
-        ¡Esa vecina es mi cruz!
-        ¡Y toda la vida cargando con esta cruz!
Estas y otras muchas expresiones se suelen oír cuando nos referimos a alguna pena o sufrimiento continuado. Aquí podemos ver claramente que nos hemos quedado solo con una parte del significado de cruz:  dolor, pena, angustia, sacrificio…En otros casos, los cristianos interpretan el sufrimiento como un sacrificio expiatorio por faltas o pecados cometidos.
 Existen posiciones  que consideran el sufrimiento como una ofrenda que es agradable a Dios; y es frecuente oír que hay que ofrecer el dolor y el sufrimiento a Dios. Opino que esta posición puede llegar a conclusiones un tanto peligrosas: una cosa es encontrar sentido al sufrimiento y otra  es pregonarlo como algo bueno. No podemos concebir la cruz solo como  sinónimo de sufrimiento ni este hay que buscarlo, pero si llega hemos de saber darle sentido y puede entonces ser algo humanizador.

Figura 28

Ya desde los inicios del cristianismo encontramos enemigos de la Iglesia afirmando que los cristianos privaban a los hombres y mujeres del goce y alegría, incitándolos al dolor. Y tampoco faltan hoy día quienes acusan a los católicos como propagandistas de una doctrina que tiene como bandera el dolor y el sufrimiento, y que lleva como consecuencia a la aflicción. Entre los muchos autores de esta teoría, voy a citar solo a uno, Christpher Hitchens. Este periodista acusaba a Teresa de Calcuta de que toda su obra caritativa se basaba en inculcar a los pobres la importancia del dolor para su salvación, olvidándose del cuidado y atención a sus necesidades materiales.
Figura 29

 ¡Qué forma más ruin y pobre de acusar a nuestra santa! Menos mal que no hace falta demostrar  los cuidados materiales y espirituales que esta sierva de Dios dedicó a los más desfavorecidos de la India. Creo que su obra es bien patente. Existen otros muchos que, como Hitchens, afirman que quienes han dado su vida como mártires son considerados poco menos que de masoquistas. Considero que no merece la pena dedicar más tinta a estas opiniones tan mezquinas y ruines.
Pero también hemos de referirnos a aquellos creyentes que, imbuidos por la teología de la Pascua, ven la cruz despojada de todo sufrimiento, esfuerzo o dolor, acusando a los cristianos que solo ven la cruz como símbolo de la pasión de Cristo.
 ¿Qué sentido tiene, pues, la cruz en nuestra vida de seguidores de Cristo?
Hemos llegado a la verdadera esencia de la cuestión y a la que usted mismo, amigo lector o lectora, va a dar respuesta a partir de estas cuestiones. En el capítulo I creo que dejé bien demostrado que la cruz pasó de ser instrumento de dolor, vejación y muerte a símbolo de victoria;  podemos afirmar que Jesús, con su pasión y posterior resurrección, venció  la muerte y la convirtió  en una victoria; luego  cruz es igual a victoria. Y así lo vimos en aquella visión de Constantino “con este signo vencerás” o en esta preciosa melodía que solemos cantar en la Cuaresma:
¡Victoria! ¡Tú reinarás!
¡Oh Cruz, tú nos salvarás!
El Verbo en ti clavado
muriendo nos rescató,
de ti, madero santo,
nos viene la redención.
……………………………..

Etimológicamente, la palabra victoria viene del latín vinco que significa “vencer”. Ahora bien, hay una ley física universal que para vencer cualquier obstáculo es necesario aplicar una fuerza -esfuerzo-; palabra que también se deriva del latín “forcem”. Llegamos así a la conclusión de que para alcanzar una victoria hemos de aplicar un esfuerzo.
Y para demostrar esta afirmación, amigo lector o lectora, le invito a que reflexione seriamente. Piense en alguna victoria que haya tenido en su vida, aunque sea insignificante; por ejemplo la obtención del título de estudios primarios, el carné de conducir, el título de bachillerato, una licenciatura, un éxito en su puesto de trabajo…


Figura 30

Estará de acuerdo conmigo en afirmar que para obtener esa victoria personal tuvo que aplicar una serie de esfuerzos; y tal vez fueron más que esfuerzos y llegaron a ser incluso privaciones, penas, dolores...; pero el día en que obtuvo la victoria ¿acaso no pesó más el premio que los esfuerzos realizados?
Figura 31

Podríamos afirmar que la victoria obtenida borró todos los esfuerzos que tuvo que soportar para conseguirla.
Y al hilo de la tesis que venimos demostrando,  cruz es victoria y toda victoria implica o presupone esfuerzos, voy a exponer algunos ejemplos más. Pensemos en aquel ciclista  que todos los días toma su bici y entrena por las carreteras de montaña de su localidad, expuesto a ser arrollado por algún vehículo. ¡Cuántas horas pedaleando, pasando frío, calor y otras inclemencias del tiempo! Pero él tiene una meta, la victoria. Y esta victoria puede ser pequeña, como el sentirse en forma, gozar de buena salud…o para victorias mayores: ser fichado por un equipo importante, participar en competiciones y ¿por qué no?  subir  al podium olímpico para recoger el trofeo.
Figura 32
Sea para logar una pequeña o gran victoria, ha supuesto multitud de esfuerzos, privaciones, sacrificios, renuncias, dolores… sin embargo ¿quién se acuerda de ello cuando está en el podium recibiendo los honores de su victoria?
Recuerdo especialmente a uno de mis alumnos universitarios que siempre era muy puntual en la clase. Se sentaba siempre en primera fila y permanecía atento  tomando apuntes de todo lo que explicaba. Los profesores, sin darnos cuenta, solemos sentir una especial predilección por este tipo de alumnos. Un día noté la falta de su asistencia y se repitió en clases sucesivas. Pregunté a los amigos y me dijeron que debía guardar cama tres meses debido a una hepatitis que padecía. Al terminar la clase busqué su ficha en mis archivos y lo llamé por teléfono para concertar una visita. Su madre accedió encantada a que fuera a visitarlo.

Figura 33
Cuando entré en su habitación, me sorprendió un inmenso póster en el que se apreciaba con toda claridad una elevadísima montaña nevada y un alpinista que se esforzaba en escalarla. Después de un rato de charla le pregunté si le gustaba el alpinismo. Me confesó que siempre que podía se iba a escalar con su grupo y eso le daba ánimos para tener una altura de miras en su vida.
-Mire-me decía- Cada metro que asciendes supone una infinidad de esfuerzos, peligros, heridas en las manos, cansancio…pero una vez superado ese metro, miro para la cúspide y me produce una satisfacción por los peligros vencidos y me genera  ansiedad para seguir luchando. Y cuando alcanzas la cima ¿quién se acuerda ya de los sacrificios, esfuerzos o heridas…?
Creo, amigo lector o lectora, que estos ejemplos nos pueden aclarar los sacrificios, esfuerzos, penas y dolores que supone la cruz que llevamos cada uno de nosotros, pero, como el alpinista, no hay que mirar atrás, sino a la cima donde nos espera la victoria.
En Mateo 16,24 podemos leer: Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todos somos conscientes de que a lo largo de nuestra vida estamos sujetos a sufrimientos. Y que estos pueden ser de tipo físico, como una enfermedad, un cáncer…o de tipo emocional, como la soledad, el abandono, la muerte de un ser querido…Sean del tipo que sean, todos hemos pasado por situaciones dolorosas; solemos decir que son “cruces” en nuestro camino. Y es verdad que el cristiano carga muchas veces con un  yugo, sin embargo no es esclavitud, sino Amor: “Venid a Mi todos los que estáis fatigados y cargados, que Yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de Mi, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es suave y mi carga ligera - Mt. 11, 28-30).En el cristianismo hay cruz pero no tristeza, sufrimiento pero no infelicidad. En estas palabras de Juan Pablo II encontramos la respuesta a esa carga:
 “Vosotros, que vivís bajo la prueba; que os enfrentáis con el problema de la limitación, del dolor y de la soledad interior: no dejéis de dar un sentido a esa situación. En la Cruz de Cristo; en la unión redentora con Él; en el aparente fracaso del hombre justo que sufre y que con su sacrificio salva a la humanidad; en el valor de eternidad de ese sufrimiento está la respuesta”
Y para cerrar este apartado quiero citar a multitud de poetas, músicos, escritores, pintores y otros artistas que han visto la cruz como el símbolo de redención para la humanidad.
Figuras 34A, 34B, 34C




“Cuando caminamos sin la Cruz, cuando construimos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz... no somos discípulos del Señor: somos mundanos; somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”. (SS. Francisco)


Jesús nunca está sin la cruz, pero la cruz no lo está nunca sin Jesús. (San Pío de Pieltrecina )

Victoria, Tú….
Victoria, tú reinarás,
oh Cruz, tú nos salvarás.

El verbo en ti clavado,
muriendo nos rescató.
De ti, madero santo,
nos viene la redención.

Victoria, tú reinarás...
Extiende por el mundo
tu reino de salvación,
oh Cruz, fecunda fuente
de vida y de bendición.

Victoria, tú reinarás...
Impere sobre el odio
tu reino de caridad;
alcancen las naciones
el gozo de la unidad.

Victoria, tú reinarás...
Aumenta en nuestras almas
tu reino de santidad;
el río de la gracia
apague la iniquidad.

Victoria, tú reinarás...
La gloria por los siglos
al Cristo libertador;
su Cruz nos lleva al Cielo
la tierra de promisión.


 E. Malvido  




Una Cruz sencilla
Hazme una cruz sencilla,
carpintero...
sin añadidos
ni ornamentos...
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos...
sencilla, sencilla...
hazme una cruz sencilla, carpintero.


León Felipe

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