ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO
SÍMBOLO DE LOS CRISTIANOS
Figura 1
I
LA CRUZ: DE INSTRUMENTO DE VEJACIÓN Y MUERTE A SÍMBOLO DE VICTORIA Y VIDA.
El origen de la cruz como uno de los muchos instrumentos para ejecutar
a los reos es de origen incierto. Sabemos que fue utilizada por los asirios,
persas , fenicios… y que Alejandro Magno la introdujo en los países
mediterráneos.
Primeramente
se usaba un solo palo vertical -llamado stypes-
en el que se colgaba a los reos hasta morir por asfixia; a esta forma se le
conocía con el nombre de empalare.
Los
griegos y romanos le añadieron un palo transversal -llamado patibulum- donde ataban o clavaban los
brazos del ajusticiado. Sobre la parte superior del stypes figuraba un letrero o tablilla donde se podía leer la causa
por la que era ejecutado.
Figura2
En la
Cruz de Jesús Poncio Pilato mandó grabar también una inscripción en griego, hebreo y
latín. Este era el texto latino: Iesus
Nazarenus Rex Iudeorum , cuya
traducción es Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos, Jn.19,19-20 y que solemos
representar con las iniciales INRI.
Hay que hacer notar que en Judea no
se aplicó la crucifixión hasta que fue provincia romana. Este
instrumento de ejecución estuvo vigente durante siglos en el imperio romano
hasta que en el año 337 de nuestra era el emperador Constantino lo abolió.
Instrumento
de vejación y muerte.
La muerte en la cruz posiblemente haya sido uno de los mayores
suplicios que se han aplicado a lo largo de
la historia de la humanidad. Además del horrible sufrimiento del reo,
había que añadir la vejación que suponía para su familia, amigos y conocidos,
como más adelante explicaré.
En época del imperio romano, la
condena a muerte en la cruz solo se aplicaba a los esclavos, desertores
militares o a los reos de delitos muy
graves como la sedición y alta traición; pero en raras ocasiones se crucificaba
a un ciudadano romano, como así lo
atestigua el propio Cicerón:
“Facinus est vincire civem romanum; scelus verberare, prope parricidium
necare; quid dicam esse in crucem attollere? “
Y que podríamos traducir así: “Es
un delito detener a un ciudadano romano; un crimen azotarlo, casi un parricidio matarlo ¿qué diré si se le crucifica?”
Una vez que la sentencia era firme, se le ataban los brazos al patíbulo
o madero horizontal y debía cargarlo
hasta el lugar donde iba a ser crucificado. En raras ocasiones se le obligaba a
llevar la cruz entera. Hay que tener en
cuenta que la cruz pesaba unos 140 kilogramos y sólo el palo transversal o
patíbulo alrededor de unos 60
kg. y dos metros de largo. El peso variaba según
fuera madera de olivo, ciprés , acacia...
Figura 3
Es notorio el sufrimiento que suponía para el reo cargar con 60 Kg. de peso y, al estar los brazos atados al madero,
las caídas suponían una tortura ya que todo el cuerpo se desplomaba sin poder
apoyar las manos , y el golpe lo recibían la cara y las rodillas directamente.
Además de estas penurias el reo, durante el viaje hasta el lugar de la
ejecución, era continuamente humillado, insultado, escupido y apedreado por la
chusma que, enfurecida, disfrutaba del espectáculo.
Cuando el condenado llegaba al lugar del suplicio, que solía ser una
pequeña colina o montículo cercano a la
ciudad, se unían ambos tablones ( el
vertical ya se encontraba en el lugar de la ejecución) . Con la cruz sobre el
suelo, se situaba encima al preso y se le ataban los brazos al patíbulo y los pies al stypes o palo vertical. En casos de
delitos muy graves, en lugar de atarlo se utilizaban clavos que solían medir
entre 13 y 18
centímetros. Los brazos se fijaban al patíbulo mediante
sendos clavos en las muñecas y con uno solo
fijaban los pies a la ménsula,
especie de silla o descansillo que estaba clavada al stypes, con la finalidad de apoyar parte del peso; la función era
prologar el sufrimiento del reo, el cual al no poder soportar su peso durante
más tiempo, se apoyaba para intentar incorporarse y poder respirar, alargando así el periodo que resistía sin
asfixiarse. Era costumbre en el momento
de la crucifixión ofrecer al reo vino mezclado con mirra, una especie de
analgésico suave.
Figura 4
Una vez que el reo era atado o clavado en la cruz, levantaban esta con
ayuda de escaleras y sogas, y la
anclaban al suelo. En esta posición, el crucificado comenzaba a tener
dificultades para respirar, ya que todo el peso del cuerpo caía sobre sus pies,
y los pulmones no podían llenarse de
oxígeno. Intentaba entonces incorporarse
para tomar aire, pero el dolor que producían los clavos hacía que
perdiera el conocimiento. Al recobrarlo de nuevo, volvía la misma tortura de
intentar incorporarse para respirar. La víctima quedaba expuesta a una lenta y
dolorosa agonía provocada por las
hemorragias, la sed y las alimañas del
campo, que se acercaban para devorar lo que podían: los
cuervos solían arrancarle los ojos y las águilas le desgarraban las entrañas.
En ocasiones, si interesaba retirarlo de la cruz bien porque la agonía se alargaba más de lo previsto o
bien porque no interesaba que siguiera allí, un soldado a caballo le quebraba
con una espada las piernas por el fémur y, al quedar colgado solamente de los
brazos, moría a los pocos minutos por falta de oxígeno. También era
frecuente clavarle una lanza en el
costado y la muerte se producía por derramamiento de sangre.
Figura 5
Pero la crucifixión no solo producía un dolor horrible y una muerte
atroz, tenía otros dos fines
primordiales:
-
El servir
de escarmiento a cuantos
presenciaban el suplicio.
-
La maldición que recaía sobre los
familiares del reo. De tal manera que los allegados y amigos del crucificado
eran considerados como apestados; es decir, que
además de la muerte física se intentaba la muerte del recuerdo y la
memoria. Solo así se explica que los judíos insistieran tanto ante Pilato para
que Jesús muriera en una cruz. Pretendían no solo su muerte física sino también
borrar su recuerdo y su doctrina o
mensaje.
Símbolo de victoria y vida
A simple vista resulta un poco paradójico que un instrumento de muerte,
maldición y tortura como fue la cruz, sea reconocida en el mundo entero como
uno de los símbolos más importantes para los cristianos.
Y así la vemos lucir en las torres de las catedrales y en las espadañas
de la iglesias, dibujando- como
decía Miguel de Unamuno-en el
azul del cielo la silueta de los
campanarios. Puede verse en los altares y en los cruces de caminos; la
contienen infinidad de banderas y estandartes de la vieja Europa; una cruz en
la cuneta de una carretera nos recuerda la muerte de un cristiano; la mayoría
de nuestras iglesias y catedrales están diseñadas en forma de cruz, y millones
de personas nos sentimos orgullosos de llevarla toda la vida colgada de nuestro
cuello.
Figura 6
De igual manera es usada en casi
todos los ritos cristianos: el sacerdote hace la señal de la cruz mientras
derrama el agua bendita sobre la cabeza de los que se van a bautizar; esa misma
señal la recibimos el miércoles anterior a la cuaresma o el obispo cuando sella con una cruz en la frente del que recibe el sacramento de la Confirmación. Podríamos
seguir enunciando miles de casos y situaciones en los que la cruz está presente
en nuestro alrededor y en nuestras vidas. Es por lo tanto signo auténtico de los discípulos de Cristo.
Ahora bien, no estoy dispuesto a
aceptar y rechazo de plano los fáciles argumentos de aquellos que menosprecian
a quienes veneramos la cruz, afirmando que los cristianos somos personas de
escasa cultura, atormentados por los acontecimientos adversos, pusilánimes o
que nos movemos por el miedo al dolor,
la muerte, la enfermedad o cualquier otra desgracia.
Y para rebatir estos débiles argumentos traigo
a colación una anécdota que viví en mis años jóvenes de estudiante
universitario en Salamanca. Entablé amistad con un sabio anciano que había
conocido de cerca a Don Miguel de Unamuno. Me contaba que en vida del ilustre
profesor, la ciudad quiso dedicarle una estatua y se la encargaron a un
reconocido escultor del lugar. Cuando
este hubo confeccionado el boceto en yeso, y antes de fundirla en
bronce, llamó al profesor para que le diera su opinión. Don Miguel se acercó al
taller del escultor y después de contemplar detenidamente el boceto, dibujó con
su dedo una cruz a la altura del corazón y
dijo al artista: siempre llevo en
el bolsillo interior de mi chaqueta un crucifijo y un ejemplar de los
evangelios en griego. Y no creo yo que Don Miguel, por llevar un crucifijo,
fuera un pobre inculto o un pusilánime; al contrario, es reconocido como una de
las mentes más lúcidas y brillantes de finales del siglo XIX y de las tres
primeras décadas del XX
Sin embargo, no vaya a pensar,
apreciado lector o lectora, que los cristianos veneramos un trozo de madera, un trozo de metal más o
menos precioso o cualquier otro material del que está hecha la cruz. No,
nosotros adoramos y veneramos al Crucificado, al mismísimo Hijo de Dios que
sufrió la más horrible de las muertes por todos y cada uno de los pecados de la
humanidad, pero Jesús venció la muerte y
resucitó; y esa victoria es símbolo de vida para los cristianos .
¿O quién, en su sano juicio, considera de loco, cobarde, pusilánime…a un
militar que cuando se arría o iza la bandera se cuadra y la saluda con honor y
respeto? No es un trozo de tela lo que
saluda, sino a lo que representa esa tela: su patria, por la cual ha jurado
defender y si es preciso dar la vida.
Pero hemos nombrado muy de pasada
la crucifixión de Jesús; sin embargo es preciso hacer un estudio, lo más fiel
posible, de esa pasión que sufrió y del proceso judicial a que fue sometido.
Proceso judicial y muerte en la cruz.
Hoy todos los estudiosos de la
pasión y muerte de Jesús están de acuerdo en que todo comenzó en Getsemaní o
Huerto de los olivos. Allí, después de la Cena Pascual, había acudido con sus discípulos a orar.
Los
evangelios nos narran lo que vivió Jesús
en ese huerto antes de ser hecho prisionero, y nos describen una escena cargada
de abandono, tristeza, espanto , flaqueza y agonía: “Entró en agonía y oraba más intensamente; sudaba como gotas de sangre
que corrían por el suelo” Lc 22, 44
Resulta
curioso que de los cuatro evangelistas, sólo San Lucas nos relata la escena del
sudor de sangre. Pero si nos fijamos bien, Lucas era médico. Este sudor de sangre
es conocido en términos médicos como hematihidrosis
o hemohidrosis; hecho que no pasó
desapercibido por un profesional de la medicina.
Figura 7
Según el doctor Truman, fue tal el grado de
sufrimiento moral que el sudor de sangre
se puede producir bajo una gran tensión emocional. Fisiológicamente es debido a
una congestión vascular capilar y hemorragias en las glándulas sudoríparas: la
piel se vuelve frágil y las glándulas sudoríparas se rompen y se mezclan con la sangre. Una vez
más podemos apreciar la veracidad de los relatos evangélicos.
Jesús ante el Sanedrín. Juicio religioso
Los
evangelios nos relatan que cuando Jesús hubo terminado de orar, una turba de
gente formada por soldados del templo, con Judas a la cabeza, entraron en el
huerto y dando un beso a Jesús, lo
entregó.
Los
soldados condujeron a Jesús a casa de
Anás, que era el yerno del Sumo Sacerdote Caifás. Se supone que Anás era quien
tenía la autoridad en la asamblea. Intenta interrogar a Jesús, pero Este no responde a ninguna de las acusaciones que
vierten sobre Él, recibiendo un fuerte golpe en el rostro por negarse a dar
información. Al verse frustrado por la
negativa de Jesús, ordena que lo lleven a su suegro Caifás.
Comenzaron entonces las acusaciones de falsos
testigos afirmando que le habían oído decir que destruiría el templo y lo
reedificaría en tres días; sin embargo los testigos se contradecían y no
encontraban pruebas para condenarlo.
Figura 8
Tomó entonces la
palabra Caifás y preguntó a Jesús: "¿Eres tú el
Cristo, el Hijo de Dios?" Jesús, sin vacilar, respondió, "Tú
lo has dicho" Estas cuatro
palabras fueron suficientes para que el Sumo Sacerdote las considerara como una
blasfemia; y rasgando sus vestidos en señal de insulto, acordó acabar con Él lo
antes posible. Tam pronto llegó el amanecer, fue condenado a muerte.
Nulidad del juicio religioso
Si nos detenemos a
examinar este primer proceso judicial contra Jesús, observaremos que se
cometieron infinidad de irregularidades pudiendo llegar a afirmar que fue nulo por las siguientes violaciones de
la ley judía:
-
En el
juicio, el reo debía tener al menos dos testigos a su favor. Jesús no tuvo
ninguno.
-
El juez
debía ser imparcial; en este caso Caifás actuaba de juez y fiscal a la vez.
-
El juicio
debía celebrarse a plena luz del día. A Jesús se le juzga
de noche y en secreto.
-
No
estaban presentes todos los miembros del Sanedrín. De haber estado presentes
no lo hubieran condenado, como era la
ausencia de José de Arimatea quien, sin ninguna duda, hubiera defendido a
Jesús.
-
El juicio
no podía celebrarse en sábado ni en fiestas importantes. A Jesús se le juzga
nada más y nada menos que en la fiesta más importante para los judíos: la Pascua, que comenzaba el
jueves con la cena del cordero.
-
Debían
transcurrir al menos 24 horas entre el juicio y la sentencia. A Jesús se le
aplica la sentencia inmediatamente de ser juzgado.
Sin lugar a
duda los sacerdotes y los escribas
estaban dispuestos a eliminarlo; pero ellos no tenían potestad para aplicar la pena de muerte (llamada Ius Gladii)
y debían acudir a la autoridad romana. Era preciso, pues, conducirlo
a Pilato y convencer a este de que Jesús debía morir. No obstante, si acusaban
a Jesús sólo por un delito de blasfemia,
temían que Pilato no los escuchara y conmutara la pena; así pues, le acusarán
también de alta traición contra Roma, delito por el que se condenaba a morir en
la cruz.
Jesús ante Pilato. Juicio civil
Antes de
analizar el proceso judicial contra Jesús, estimo conveniente hacer un estudio
detallado de la figura de Pilato y el
cargo que desempeñaba en aquella época en Judea. Creo que hay una cierta
confusión sobre su figura y el desempeño de su cargo.
Poncio Pilato
Desempeñó el
cargo de Prefecto en la provincia
romana de Judea desde el año 26 d. C. hasta el 36 d. C. o principios del 37.Los
evangelios le dan el título genérico de gobernador;
es normal que se refieran a él con dicho título pues no era fácil diferenciar
entre prefecto, gobernador y procurador.
El prefecto era el cargo de mayor rango y ejercía de representante del
emperador en la provincia. Le correspondía mantener el orden y administrar judicial y económicamente la
provincia. Era pues la máxima autoridad en el orden político, militar y administrativo. Su residencia estaba en Cesarea Marítima y por la Pascua judía solía ir a Jerusalén, alojándose en
la fortaleza Antonia, lugar donde juzgó y condenó a Jesús.
No vayamos a
quedarnos con la imagen de un hombre
frívolo, poco culto y un tanto alejado de la realidad que nos ha presentado el
cine. Hemos de tener en cuenta que Pilato era el favorito de Sejano,
lugarteniente del emperador Tiberio. Tanto Sejano como Pilato destacaban por un
marcado carácter antisemita. Si el emperador lo mandó a Judea, debió ver en él dotes de gran
estratega tanto militar como político, pues era esta una provincia difícil de gobernar y muy dada a la rebelión.
Sin embargo escritores contemporáneos como Flavio Josefo y Filón de Alejandría
lo describen como tirano, vejador y corrompido: “Era cruel y tan duro de corazón, que no conocía la misericordia”
Nada más
llegar a Judea, Pilato dio efectivas muestras del antisemitismo que respiraba.
Envía a Jerusalén un destacamento
militar y coloca delante del templo las insignias y estandartes romanos, así
como el busto del emperador. Esto era
una ofensa para los sacerdotes del templo y se origina una revuelta
que termina con varios muertos y una
denuncia de los judíos ante el emperador. Finalmente Pilato, muy dolido y
herido en su orgullo, retira las insignias.
Al poco
tiempo, y con la excusa de arreglar el acueducto que transportaba el agua a
Jerusalén, solicitó dinero de los sacerdotes del templo pues en definitiva
mucha del agua que se consumía la destinaban a las purificaciones. Los
sacerdotes consideraban ese dinero como sagrado y se negaron. Pilato se incautó por la fuerza de una parte
del tesoro del templo con la intención de utilizarlo para este fin. Pero una
enorme multitud de judíos, con sus líderes a la cabeza, acuden a Cesarea a que
los reciba Pilato. Este se niega y la multitud permanece allí dispuestos a
morir. Pilato ante esta insistencia ha de morder su orgullo y dar marcha atrás.
Estos y otros
muchos altercados eran frecuentes entre el Prefecto y las autoridades
judías. A Roma ya habían llegado muchas quejas contra Pilato, pero todas habían
sido aparcadas por ser el predilecto de Sejano.
Pero en el año 31 d. C. Sejano y sus seguidores
son acusados de conspirar contra Tiberio, y son perseguidos y ejecutados, entre
ellos el propio Sejano. Pilato se queda sin apoyo ante el emperador y además
será sospechoso también de sedición. A principios del año 37 d. C. es llamado por Tiberio para dar cuenta de su gestión política y administrativa,
pero cuando llega a Roma, el emperador
ya había muerto. Hemos de tener en cuenta esta circunstancia si queremos entender mejor por qué Pilato se
encuentra bastante debilitado ante las presiones del Sanedrín para condenar a
Jesús, sin que esto justifique para nada que acusemos de cobarde y prevaricador al prefecto romano,
como más adelante demostraré.
Juicio civil contra Jesús
Era la madrugada del viernes cuando miembros del
Sanedrín y una chusma comprada por los sacerdotes para acusar a Jesús lo
conducen desde el templo hasta la
fortaleza Antonia para ser juzgado por el prefecto romano.
Y comenzaron a acusarlo:
“Nosotros
hemos encontrado a este agitando a nuestra nación, impidiendo pagar el tributo
al César y diciendo que él es el Cristo rey”
Pilato
le preguntó:”¿Tú eres el rey de los judíos?
Y
le respondió: “Tú lo dices” Lc.23,2-3
Figura 9
Pilato se da
cuenta enseguida de que los sacerdotes
mienten y están acusando a un inocente; si de verdad hubiera sido un
revolucionario, los propios judíos lo hubieran ocultado y protegido pues era
bien patente el odio que sentían contra la opresión romana. Por lo cual se
dirige a los acusadores y les dice que no encuentra culpa alguna contra ese
hombre. Los sumos sacerdotes y el populacho piden insistentemente la muerte;
Pilato no quiere concederles esa petición, no tanto por salvar a Jesús sino por
venganza contra los judíos.
Primer intento
para salvar a Jesús
Por la fiesta
de la Pascua
era costumbre que el prefecto liberase a
un preso. Pilato piensa entonces en un asesino, Barrabás, que estaba
encarcelado y que el pueblo lo había acusado de horribles crímenes.
Dijo, pues, Pilato a los reunidos:”¿A quién queréis
que os deje en libertad? ¿a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?” Pues sabía
que lo habían entregado por envidia. Mt.
27,17-18
Pero los pontífices y los ancianos convencieron a la
muchedumbre que pidiesen a Barrabás e hicieran perecer a Jesús. Mt. 27, 20
Pilato se
está poniendo nervioso. No quiere dar su brazo a torcer y no está dispuesto a
que los judíos se salgan con la suya.
Segundo intento
De nuevo Pilato les habló, pues quería dejar en
libertad a Jesús. Pero ellos gritaron:”¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”. Y Pilato
por tercera vez les dijo: “¿Pues qué mal os ha hecho éste?. No he encontrado en
él causa alguna de muerte. Lc.23,20-22
Me habéis traído a este hombre como alborotador del
pueblo; yo lo he interrogado delante de vosotros y no lo he encontrado culpable
de las cosas en que lo acusáis. Herodes tampoco, puesto que nos lo ha devuelto.
Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Por tanto, lo pondré en libertad
después de haberlo castigado. Lc.23,14-16
Figura 10
Pilato hace
un último intento de salvar a Jesús; insisto, no tanto por ser justo sino por
venganza contra los sumos sacerdotes , fariseos y escribas.
Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó. Los
soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, le
vistieron un manto de púrpura; y se acercaban a él diciendo:”Salve, Rey de los
judíos”. Y le daban bofetadas. Jn.19, 1-3
La flagelación y corona de
espinas. Conviene hacer una pequeña
aclaración de lo que este castigo suponía para un reo. El flagelo
consistía en un palo que servía de mango y del que salían unas tiras de cuero
de aproximadamente 60 cms. Incrustadas en las correas de cuero iban unas bolas
de plomo de cuya superficie salían una pequeñísimas púas con el fin de ir
rasgando la piel cual hojas de afeitar.
Figura 11
El reo era
despojado de su ropa de cintura para arriba y atado a una columna de
aproximadamente un metro de altura. Se le colocaba de tal manera que el costado izquierdo (lugar
del corazón) descansara sobre la parte superior de la columna con el fin de que
un latigazo no le llegara al corazón y muriera en el acto; en definitiva, se
intentaba prolongar el sufrimiento. El reo solía recibir cuarenta latigazos
menos uno. El impacto que recibía el cuerpo a cada latigazo producía inmensidad
de contusiones en el cuerpo a la vez que las púas iban rasgando la masa
capilar. Según el doctor Davis Truman, la más leve brisa de viento produciría un inmenso dolor
por todo el cuerpo; y la pérdida de sangre iba dejando al reo exhausto. La
mayoría de reos que soportaban la flagelación morían al poco tiempo. En la Sábana Santa se
pueden contar más de seiscientas contusiones o hematomas.
Figura 12
Después de ser flagelado, dicen los
evangelios que le colocaron una corona
de espinas sobre su cabeza. Este hecho de la corona de espinas se ha venido
tomando como signo de humillación; sin embargo
se ha pasado por alto el dolor que producía. La planta ziziphus Spina –de la que se solían tejer las coronas - es un árbol de
hoja perenne que crece en África tropical y Asia occidental; en Israel vive en
los valles hasta una altura de 500 mts. Y no era una corona simple como
acostumbramos a ver en algunos óleos de pintores famosos, era una especie de
casco que cubría casi toda la cabeza, a semejanza de un sombrero. Al colocarla
sobre la cabeza del reo, sus púas atravesaban la piel y llegaban a alcanzar el
nervio del trigémino. Según estudios médicos, es uno de los mayores dolores que
el ser humano puede llegar a sufrir, de tal modo que se han dado casos de
suicidios al no poder soportarlo. No cabe duda de que Jesús debía tener una
fortaleza impresionante.
Pilato, entonces, condujo fuera a Jesús,
sangrante , lacerado, con un manto de púrpura, una corona de espinas y una caña
en la mano, y lo presentó a la multitud,
diciendo: "¡Ecce Homo!- que se
ha venido traduciendo como “he aquí el
hombre” pero que a mi juicio debía ser esta: “He aquí lo que fue un hombre”,pues el estado en que se encontraba
Jesús tenía ya poco en qué parecerse a un ser humano- Os declaro de nuevo que no encuentro ningún delito en él, y después de
haberlo azotado, quisiera liberarlo."
Figura 13
Al
ver el estado lastimoso del Maestro, sólo gritaron más fuerte y durante más
tiempo: "¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
¡Crucifícalo!
Ciertamente,
Pilato podía haberse negado a condenar a muerte a Jesús. ¿Por qué cedió a las presiones de los sacerdotes,
escribas y fariseos? Si nos detenemos un poco en el proceso judicial observaremos
que la trama de los sumos sacerdotes fue habilísima. Consiste en una doble
acusación: Jesús ha violado la ley
judía- haber confesado ser Hijo de Dios- y la acusación política- haber dicho
que era rey-. Y esto último sí lo temían los romanos. Pilato teme que un recurso a Roma por parte de
los sumos sacerdotes muy bien podría ser
escuchado, y su protector Sejano ya no está para frenar la acusación. Y esta
fue la debilidad de Pilato que, lavándose las manos, entrega, a sabiendas, a un
inocente a la muerte de cruz.
Nulidad del juicio político
Al iniciar el estudio de Pilato, lo acusé de ser un prevaricador y ha
llegado el momento de demostrarlo. Prevaricación,
según el diccionario de la
Real Academia Española de la Lengua es el delito consistente en dictar a sabiendas
una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario.
Veamos entonces por qué el proceso judicial llevado a
cabo por el prefecto no se ajustó al Derecho Romano:
- Según el Derecho Romano, el juicio debía iniciarse
sobre un hecho nuevo y no sobre un hecho ya basado en otro y con una sentencia
ya persistente. Téngase en cuenta que el Sanedrín le condena por blasfemia y
ante Pilato se le acusa de sedición, insurrección y traición a Roma.
- La acusación debía presentarse por testigos
identificados; es decir por personas con nombres y apellidos. La acusación
contra Jesús la presenta un cuerpo genérico (el Sanedrín) y por una masa enfurecida gritando ¡crucifícale!
- En el Derecho Romano había un principio, diríamos
sagrado, que ha sido recogido por el Derecho Procesal moderno y que rezaba así: “in dubio pro reo” y que se ha
traducido del siguiente modo “ ante la
duda siempre se debe fallar a favor del acusado”. Como hemos visto, Pilato
siempre supo que Jesús era inocente y fueron muchas las dudas de las
acusaciones que se vertían contra Jesús. Tampoco aquí fue aplicado el Derecho.
- Otro de los principios del Derecho, y que sigue
vigente hoy en día, era “nadie puede ser
juzgado ni condenado dos veces por el mismo delito” Antes vimos cómo Pilato
les dice a los judíos “yo no encuentro
culpa en este hombre. Lo castigaré- el castigo fue la flagelación- y lo dejaré en libertad” Tampoco aquí se
aplicó este principio, pues fue condenado dos veces por el mismo delito: La
flagelación y la crucifixión.
Podría enumerar aún más principios del Derecho que no
fueron aplicados en este proceso judicial, pero considero que ya queda
suficientemente probado que el juicio fue una mamarrachada y un linchamiento.
Desde la fortaleza Antonia hasta el Gólgota, Jesús
tuvo que cargar con el palo de la cruz o patíbulo y recorrer unos 600 metros por empinadas
y pedregosas calles. El camino es difícil, Jesús lleva sin comer ni dormir
desde la noche del jueves y ha perdido mucha sangre; por consiguiente no puede
soportar los 60 Kgs del madero y las caídas son frecuentes. Jesús
no puede suavizar la caída, pues lleva las manos atadas al madero y la cabeza
se golpeaba con fuerza contra el suelo empedrado; además el madero, con el
impulso de la caída, se desplazaba hacia la cabeza golpeando fuertemente la
nuca cubierta con las espinas. Tan duras fueron las caídas y tan maltrecho era
el estado físico de Jesús que temen por su muerte, por eso buscan un ayudante
llamado Simón de Cirene.
Muerte de Jesús
Según los evangelios era la hora sexta
del viernes cuando Pilato entregó a Jesús para ser crucificado. En el cómputo
de las horas de los romanos, la hora sexta
correspondería a las 12.00
horas solares ( equivalente a las 14.00
horas según el horario de verano
actual). La hora de la muerte, según san Lucas, Jesús falleció hacia la hora nona, que correspondería con las 15.00 (hora solar) o a las 17.00 (hora oficial de verano). Estos
horarios corresponden al uso horario de Jerusalén. Si tenemos en cuenta que la
diferencia horaria entre Jerusalén y España es de -1 hora, la muerte de Jesús,
según la hora de España, ocurriría a las 16.00
horas, siempre según el horario de verano.
Figura 14
Según el doctor Jorge Fuentes, podemos llegar a tres conclusiones sobre las causas clínicas por las que murió
Jesucristo: por asfixia, insuficiencia cardiaca e infarto al miocardio. Hay que
tener en cuenta que Jesús llevaba muchas
horas sin comer ni dormir, la sangre que había perdido y la flagelación sufrida.
No es de extrañar que a las pocas horas de ser crucificado llegara la muerte
muy pronto.
No es fácil calcular la fecha de su muerte. La mayoría de historiadores
la fechan un 7 de abril y el año va desde el 30 al 33 d. C. Lo que sí tenemos
seguro es que Pilato fue prefecto en Galilea desde el año 26 al 36 d.C. Luego
entre esos años sería su muerte.
Citas bíblicas
de la cruz
Los testigos de
Jehová aseguran que Jesús no murió en una cruz, sino en una estaca de tortura,
y que la cruz es un símbolo pagano que adoptaron los cristianos después. Si
esto fuera así, la manos de Jesús se habrían clavado por encima de su cabeza
con un clavo y otro para sus pies. Sin embargo la Biblia nos habla siempre de
una cruz, como lo podemos apreciar en las siguientes citas:
Citas
|
Texto
de la cita
|
Juan 20,25
|
Si no viere en sus manos la señal de los
clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su
costado, no creeré" (Habla de clavos en las manos, no de un clavo)
|
Mateo 38, 10
|
Y el que no toma su cruz y sigue en
pos de mí, no es digno de mí" |
Mateo 16,24
|
Entonces Jesús dijo a sus
discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome
su cruz, y sígame. |
Mateo 27,32
|
Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba
Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz |
II ORIGEN DE LA CRUZ COMO SÍMBOLO DE LOS
CRISTIANOS
En el capítulo anterior hemos expuesto una breve visión de cómo la cruz ha pasado de ser un instrumento de tortura y muerte a símbolo de
vida y victoria. Veamos ahora el origen de la cruz como símbolo de los
cristianos.
En los primeros siglos de
cristianismo, los artistas representaron
a Jesús de muy distintas formas. Hay que tener en cuenta que en el año
64 d.C. comienza con Nerón una feroz persecución contra los cristianos y muchos
signos y símbolos solo eran conocidos por quienes estaban inmersos en el
cristianismo. Veamos algunas imágenes
y símbolos más frecuentes anteriores
a la cruz:
(CONTINUA ORIGEN E HISTORIA DE LA CRUZ COMO SIMBOLO DE LOS CRISTIANOS)
No hay comentarios:
Publicar un comentario